"Soy un compositor de jazz de protesta"
El 131. Ahora entro en duda, pero creo que es el 131 el que nos dejó en el bello barrio de Colegiales. Lo que pasa es que me dejé llevar. Esta vez, iba con mi ladero de aventuras no convencionales, el Gran Rulo Uriarte, un GPS por naturaleza. Si tengo que arriesgar de todas formas, apuesto a que era el 131 el que nos llevó desde Plaza Miserere hasta el bunker de la Rock and Pop, en la calle Freire. En fin…
Llegamos temprano, la entrevista estaba prevista a las veintiuna, justo cuando uno de los mejores programas de la radiofonía argentina acaba: “Falso Impostor”, es un hibrido de grandes entrevistas, distinguida literatura, cine y arte, y mucha música de la buena.
Entramos a la radio. Rock and Pop mantiene un clima familiar: en el hall de entrada nos mezclamos con Elizabeth Vernaci, Humberto Tortonese y la gente de seguridad como si fuesen amigos. Grandes personajes con el ego de un microbio.
Como en toda espera, la paciencia se transformó en un hastío. Y los hastíos se amenizan con alcohol. Ni lento, ni mucho menos perezoso, a dos casas de la radio, está instalado el bar de "Dani". Sé que se llama Daniel porque cuando pedimos la cerveza, Gabriel Rolón, que andaba por ahí le dijo “chau Dani”, que si se lo hubiese dicho cualquier otro sujeto no habría prestado atención, pero claro, me percaté porque era la inconfundible voz de Rolón.
“Dani” cumplió con todos los ítems de un buen mozo. Cerveza fresca, maní y papas fritas, velocidad y confianza: nos cobró cuando nos retiramos.
Rulo notó que al retirarse, Rolón, no le dejó propina, pero de todas formas pagó el café. Yo noté que Rolón, le dijo a su acompañante que se tomaba un taxi, y éste, poco convincente, le propuso acercarlo hasta su casa en el auto. Rulo escuchó que Rolón aceptó. Yo pensé, Rolón ¿no tiene auto? Llegamos a la conclusión de que Gabriel Rolón es medio laucha y después de reírnos nos dimos cuenta que éramos dos seres más cercanos a la chusma que a periodistas de observación.
Saludamos a “Dani”. Le dejamos un “propinon” y volvimos a la radio.
Nos desparramados en las sillas de la sala de espera, y el crujir de la escalera caracolada que se imponía frente a nosotros nos sacó del letargo:
“¿Estos son los dos periodistas que me estaban esperando? ¡Uh, loco! ¿No había dos mejores?”.
De ese modo, soltando toda su empatía se nos presentó Marcelo Rodríguez, “Gillespi”, músico, escritor, humorista, actor y uno de los trompetistas más importantes de Argentina.
“Guile”, trabajó con Adolfo Castelo, compartió escenarios con Sumo, grabó con Divididos y con su banda tiene editados cinco discos. Actualmente, es uno de los integrantes de “La venganza será terrible”, el histórico programa de Alejandro Dolina, conduce Falso Impostor y escribe en el blog Almacén, en Clarín.
¿Cómo era Marcelo Rodríguez antes de ser Gillespi?
Y era un tipo inquieto. Eso es fundamental, ya tenía el bichito de que quería laburar en este tipo de cosas. Me orienté para el lado de la música porque es mi pasión. Tuve la suerte de conocer a Roberto Pettinato en los años 80. “Petti” era muy emprendedor, es un tipo genial y haberlo conocido y compartir experiencias como músico me facilitó mucho las cosas.
Cuando “Petti” empezó a laburar en los medios yo era su amigo, éramos muy pegados en ese momento y el mismo me llevó, me arrió a las cosas que el hacía con funciones de guionista por ejemplo.
Así arranqué en el ’91. Laburamos juntos en distintos proyectos hasta el ‘98. Después cada uno emprendió su camino.
¿Cómo fue el proceso?
Y… se tarda un montón de tiempo en poder tener una soberanía en lo que vos queres hacer. Hasta hace pocos años laburé en proyectos de otros, compartiendo mesas de trabajo en la radio, programas a los que me invitaban a participar pero no eran exactamente lo que yo quería hacer.
¿Cómo pudiste imponer tu humor?
Salió así. Naturalmente. Mi humor es un humor de observación, no es un humor libreteado, no es un humor de remate típico. Lo mío es simplemente observar y poner el ojo en esas cosas que son costumbristas de la vida cotidiana. Pasa por ahí. Es el humor del tímido, el que no habla en una fiesta y es el más hijo de puta, porque está mirando todo desde afuera.
En los shows en vivo mechaste monólogos ¿Viene de la época de Sumo? ¿O es sólo espontaneidad?
Es una forma de hacer más llevadero el concierto. Cuando uno enfrenta un concierto de música instrumental afronta una cosa que puede llegar a ser un plomo infernal para la gente, incluso, para uno. Entonces por ahí tocamos tres o cuatro temas instrumentales, con solos de un músico o de otro y de repente se torna un plomo y ahí es como que agarro el micrófono y empiezo a deformar con lo que me pasó. Se me ocurren cosas que observé en el pueblo en el que estoy, de cosas que leí de repente en el diario, improviso un monologo que toma ribetes de stand up sin querer. Se torna una situación humorística que la desarrollo hasta que da, hasta que me retorna las ganas de seguir tocando, de seguir escuchando a mi banda y ahí empezamos a tocar tres o cuatro temas al hilo y vuelvo a hablar, pero es muy espontáneo, no lo tengo planificado.
¿San Felipe no vuelve?
Aníbal Hugo y San Felipe, son prolongaciones de mi personalidad. Yo los maté a esos personajes en el sentido de que no quería quedar atrapado tipo Eber Ludueña. O sea, quería proyectarme como mi propia persona, se logró. Sin embargo, fue una cosa que a mi me divirtió mientras lo hice pero no quise explotarlos demasiado.
¿Qué proyectos estás planeando?
Este año van a salir tres libros que ya los tengo escritos y entregados a las editoriales. Uno es acerca de mi vida musical -anécdotas de la época de Sumo, del rock, del jazz, conversaciones que grabé con músicos
en las que conversamos de cualquier temática -es como una especie de blog, pero convertida en un libro de mi vida musical. Ese sale primero.
Después sale la biografía de Narciso Ibáñez Menta que la escribí con un amigo y que trata la vida de un personaje, actor y creador de criaturas terroríficas. Ese sale en octubre.
Después en el 2010 saco un libro con Editorial Planeta, que es un libro de reflexiones mías pero de humor, de cosas que nos pasan, todavía no tengo el título. Son cosas de la argentinidad, de lo “tilingo” que somos nosotros, de la sociedad en la que vivimos, los caretas, tiene reflexiones acerca de los medios, acerca de Tinelli, pero es un libro de humor, muy satírico, muy irónico.
En cuánto a tu banda ¿Cómo la definís? ¿Más cercana al jazz o al funk?
Mi banda es una banda de músicos que tranquilamente pueden tocar jazz a muy buen nivel pero con un líder medio rockero. Yo escuché más a Spinetta que a Louis Amstrong. Escuché más al rock nacional o rock sinfónico, que a Pink Floyd o inclusive al propio jazz.
Entonces tengo una información cruzada. Muchas veces a mi me dijeron
“vos sos el más rockero del jazz y el más jazzero del el rock”. Estoy medio en ese lugar.
¿Qué te pasa cuándo tenes que entrevistar a personas que admiras cómo en el caso de Spinetta? ¿Cómo logras abstraerte de esa admiración?
Es difícil, porque uno tiene que vivir la vida de una forma genuina. No me puedo hacer el canchero con Spinetta, no es honesto de mi parte. Alguna vez le dije:
“Loco, pero vos sos Spinetta” y el me dijo
“pero vos sos Gillespi”. Pero yo no soy Gillespi, él es Spinetta. Yo soy un tipo común y desde ese lugar le hice la entrevista.
Treinta de mayo en La Trastienda.
Si. Vamos a hacer una cosa con Los Cabernet que es el grupo del hijo del negro Dolina, es un concierto que lo vamos a tocar en tres o cuatro lugares, uno de ellos es La Trastienda, después La Plata, Lomas de Zamora y Rosario.
A partir de que empecé a laburar en “La Venganza Será Terrible”, pegué mucha onda con el hijo del negro, Alejandro, y con Manuel que canta también a la noche, y es una cosa que parte más de una simpatía mutua que nos tenemos que de un proyecto ambicioso y musical.
Lo cierto es que también estoy sacando un nuevo disco a mitad de año y voy a tener que hacer un montón de presentaciones con mi banda de ese disco.
¿Participa Gustavo Cerati en el disco?
Al final no va a estar. Mira, con Gustavo tuvimos una negociación porque tengo buena onda con él y él tiene buena onda conmigo. Tenemos una afinidad, una especie de buena amistad que surge a partir de que el escuchó un disco mío “Súper Chatarra” y me hizo unos comentarios muy buenos. A Cerati yo ya lo tenía clarísimo.
Después en el año 2000, lo llevé a tocar a “Fútbol de Primera” sólo con la viola y ahí pegamos más onda. Después me invitó a Córdoba a ver a Soda Stereo y fui, y terminamos tocando en River con Soda. Después, surgió la posibilidad de que lo entrevistara acá en Rock and Pop, y el me dijo “
lo único que nos falta es grabar algo juntos”, me lo dijo así, al aire y yo le dije
“bueno loco, te tomo la palabra vamos a grabar”.
Nos juntamos en su estudio hace un tiempo y nos destapamos una botella de vino y después nos destapamos otra y no grabamos un carajo. El me empezó a mostrar los temas nuevos que estaba grabando, y nos empezamos a colgar. Le empecé a mostrar mis temas, nos pusimos a hablar de un montón de cosas ¡y era el día que teníamos que grabar! Se hicieron como las cuatro de la mañana y no dio.
Fue a fin de año, él en enero ya se iba a Punta Del Este con los hijos y la novia. Y yo en un ínterin metí todas las violas con otro violero, no de mala onda, porque tenía a Baltazar Comoto que es mi guitarrista. En todos los huecos que iba a grabar Gustavo, metió violas Baltazar y quedaron buenísimas y ya dije,
“bueno loco no toquemos esto, déjalo así y yo me arreglaré con Gustavo, haremos algo en otro momento”.
Sr. Méndez es una crítica al menemismo, pero la gente no lo sabe porque es instrumental ¿Cómo es una crítica desde lo instrumental?
El menemismo me parecía un cambalache. Menem me parece un ser cambalachesco, ni siquiera me atrevería a decir que es un hijo de puta, porque en realidad es un emergente del país que vivimos nosotros. No sé qué tan malo es, si es más que Macri o más que tantos que están dando vueltas y que la gente los vota. Menem me parecía un delirio, estaba con los Rolling Stone, después iba a jugar al básquet…
Desde la melodía, es un tema para Menem que en mi material pasó desapercibido, no se transmitió esa idea ni en pedo…
No me acuerdo en qué concierto lo dije públicamente y la gente se cagaba de risa como si estuviera contando un chiste. Entonces digo “
pero muchachos soy compositor de jazz de protesta”. Causó gracia y quedó así.
¿Por qué no se consiguen tus discos?
El disco es un reflejo de un momento, los hago movido por una energía muy infantil. Hice una “Trastienda” antes de fin de año y se agotaron las entradas y mi manager decía
“hagamos diez más”. Pero quería tocar una sola vez, tenía un montón de obligaciones y me pasa exactamente lo mismo con los discos.
Ahora este nuevo disco, sale por Sony, que es una gran empresa y ahí surgió ese tema: "
porque no reeditamos, ya que todos los discos son tuyos, contractualmente no estas ligado a nadie porque no agarramos, aprovechamos y sacamos todo lo anterior por Sony, con una buena distribución" y... lo estoy evaluando. Es muy posible que ahora se consigan todos y si arreglo eso...van a levantar una baldosa y van a salir tres discos míos.
La verdad es que me colgué. Es cierto que mucha gente me dice que los discos no están, pero también están pirateados o por Internet.
¿Te jode que aparezcan discos tuyos pirateados?
Nooo…es ridículo. Mira, Piaget decía que la inteligencia es el poder de adaptarte a las nuevas situaciones, o sea si me quedo aferrado, abrazado a un compact diciendo “
esto no se puede duplicar”, soy un estúpido.
No me preocupa para nada, porque no te la voy a caretear y hablo en nombre de todos los músicos, los músicos ganamos plata tocando. En la piratería el que más pierde es el sello discográfico, el artista no. Porque si Bersuit se piratea 10 millones de discos, lo van a ver 10 millones de tipos a River y se la ganan toda, el que pierde es el sello que le banca 200 lucas en un disco a Bersuit .
Al músico la piratería no le genera una pérdida, lo que pasa es que todos los músicos se solidarizan con su sello. Porque el sello va y te pone 200 lucas y te dice
“loco te la estoy poniendo a la guita y el disco al otro día está en Internet, teneme un poco de onda”. Entonces el músico sale y habla y se pone en contra de eso.
En realidad uno gana el 10 por ciento de lo que vende el disco. Te lo digo corto y sin pelos en la lengua para que quede claro: con “Bell Vill” gané dos pesos por disco y vendí 5.000. O sea gané 10.000 pesos y a eso, honestamente, lo gano tocando en una Trastienda. Ahí entro con la trompeta, digo
“Hola, que tal” y dame la plata.
Por eso es que no me calienta la piratería de discos, es más, los regalaría. Pondría una mina en minifalda con una remera que diga Gillespi, acá en la esquina, y que regale compact. No los cobraría, porque es publicidad que te permite hacer un nuevo show, con nuevos temas y económicamente eso es lo que te rinde.
¿Con quién te gustaría tocar?
Sabes que no pienso de esa manera... Tranquilamente puedo disfrutar de Charly sin tocar con él. No tengo esa cosa de ego de que necesito tocar con alguien porque me falta esa figurita. Del exterior no me gustaría tocar con nadie, no me interesa, déjame tocar con mis músicos que son unos divinos. No me interesa.
Ojo soy un admirador de un montón de grosos de acá, me gusta Charly, el flaco Spinetta, me gusta el Indio, me gusta Andrés, me gustan los 7 delfines, me gusta Divididos, Aznar me parece un músico increíble, pero la verdad es que no tocaría con nadie de ellos. Si me voy a primera fila a verlos tocar, pero no necesito tocar con ellos, incluso, la mayoría son unos histéricos insoportables...
La entrevista debí
a tener una resolución de veinte minutos. Había pasado una hora y después de apagar el grabador, seguíamos charlando. Guillespi es lo que dice ser: un tipo común. Genuino, transparente e inteligente. Imprime su impronta y regala sonrisas.
No se la cree e insiste "
dale, no sean boludos, pasenmé la dirección del blog así leo la entrevista". Y termina:
"bueno, loco, ojalá la peguen así nos vemos". Nos dio un abrazo y miró la hora. Se dio cuenta de que se "colgó".
Se cagó de risa y se fue.