domingo, 8 de marzo de 2009

Como bola sin manija

Puedo ir para un lado
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios
pálidos cisnes
quietos buques mansos
que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado
puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer
el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado
y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol
puedo llegar a tener suerte en el juego
y en la vida
puedo cambiar de vida
y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice
puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos
puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria
–hoy te he recordado vagamente–
puedo reír y cantar
divertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido
puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados
–eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo–
puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perder
o tener más hijos
como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles
puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil
-como-un-pétalo-de-agosto
puedo hacer viajes exóticos
morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría
puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla
puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar
traicionar o jugar a la lealtad
puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza
singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un solo recuerdo
puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace unas horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas
puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar
puedo imaginar el tiempo que desconozco luchar
por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar–hoy no he podido recordar tu nombre–
de la memoria
puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno.

Paco Urondo.

Gracias, Señor Altunez...

1 comentario:

Germán Uriarte dijo...

Altunezzzz
estoy en la ruiiina!