viernes, 13 de marzo de 2009

Lo prefiero sin espuma...




La cultura argentina no para de sorprendernos. Bajan los aplausos desde la platea cuando el primer aerosol es desenfundado del bolsillo del cada vez más histriónico "coneja" Baldassi. Los jugadores se miran cómo buscando la forma de hacer trampa. Hasta dónde se pueda endurecer la cara..."Hasta acá muchachos, adónde marca la espuma, se terminó la joda".
En efecto, los periodistas deportivos -cada vez más ridículos- festejan la innovación del infinito Julio Humberto Grondona y su fábrica corporativa rotulada Asociación del Fútbol Argentino -AFA-.
En suma, la utilización del aerosol dispone una sustantivización de la regla número 13 del reglamento del fútbol. Es decir, remarca los 9,15 metros dónde los adversarios deberían ubicarse ante el tiro libre sancionado por el árbitro.
Pues bien, el término idiosincrasia-según la Real Academia Española-define que este concepto es "el temperamento propio, por el cual se distingue uno, de los demás". Y: ¿En qué nos distinguimos los argentinos? En hacer trampa, por sobre la trampa.
Vamos por parte: la puesta en práctica del aerosol muestra los matices de la idiosincrasia argentina. Es decir, no somos capaces como sociedad de respetar mínimos códigos de convivencia. No soportamos, de hecho, los 90 segundos de un semáforo en rojo.
Los jugadores no son lo suficientemente respetuosos para respetar el código que establece el artículo trece del reglamento. Se adelantan, sacan ventajas ilegales y quienes imparten justicia-para eso se forman, para eso se les paga, de eso viven-no son capaces de legislar esa distancia, sino con un aerosol.
Entonces, el argentino es la referencia del dicho al revés: hecha la trampa, hecha la ley. El orden de los factores, para el argentino, no altera el producto, porque prácticamente la ley y la trampa se mezclan como el humo, son un simultáneo.
Y los pibes, eterna etapa etaria de maximización de la creación y la picardía, dilucidó las necesidades que proponen este tipo de falencias. Todos los jóvenes de un país sin proyectos se la rebuscan, se vuelven más creativos, en un territorio argentino que se ha vuelto una selva en la que los chicos tienen que hacer lo que pueden en términos de supervivencia.
Todo dentro de un aerosol: El talento de los creativos para crear un dispositivo de espuma efímera y la necesidad de un uso que debe darnos vergüenza.
El hecho de no ser capaces de respetar un inciso, de una regla, de fútbol tiene que presentar, a mínimo, un debate más amplio.
Por caso, los árbitros, que a veces, uno cree que no han conocido el sentido común, caminan los 9,15 en diagonal, olvidando que una diagonal acorta distancias. Y están haciendo cada papelón contando los pasos que mis sentidos piden a gritos que cambie de canal por vergüenza ajena.
No comulgo con el uso del aerosol. No hace más que mostrarnos lo irrespetuosos que somos. Mientras los mercenarios de AFA -leasé periodistas deportivos- le mienten a la gente diciendo demagogias como que el fútbol argentino es evolucionado y qué éste método se va a exportar.
Levanto apuestas que los alemanes, o cualquier europeo, bebiendo una cerveza en un bar, aguardando por algún derby futbolístico, miraran al aerosol por TV y reirán al vernos cómo primates que aun no podemos sostener una distancia en la barrera. Allá ellos, acá nosotros...el aerosol marca la distancia. Yo lo prefiero sin espuma...

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