martes, 24 de marzo de 2009


Treinta mil ideas para un mundo mejor


Volver feriado el 24 de marzo es un acto tramposo: Mientras los H.I.J.O.S.-Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio-, las madres/padres y abuelas/abuelos, los sobrevivientes, los pobres y los asesinados continúan reclamando un mundo más equitativo y reflexionan sobre la importancia de la MEMORIA, el ex presidente y la presidenta decidieron que el día sea de OLVIDO. Feriado: para que la masa descanse. Néstor y Cristina quieren que uno se quede en la casa y no reclame. Qué nos quedamos mirando la tele.
Sin embargo, los que entienden que "la única lucha que se pierde es la que se abandona", siguen de pie, caminando alrededor de la plaza.
Y no se lastran el verso que le quieren hacer creer los mandatarios, que siguen usando la bandera de los derechos humanos para hacer doble discurso: es decir, usar las ideas de izquierda, para gobernar por derecha. Bajar los cuadros de Videla de la ESMA mientras la justicia camina con el freno de mano.
En el país sigue la impunidad, el 90% de los genocidas sigue libre, aun existen 400 jóvenes apropiados y Julio López está desaparecido.
En suma, el capitalismo no está en crisis. La crisis la genera el propio capitalismo y para los de arriba, son las clases obreras las que tienen que pagar: despidos, tarifazos, ajuste, rebaja de salario, presión sicológica. En esta situación, los gobiernos ofrecen planes de salvataje para bancos y empresas, subsidios millonarios que salen de nuestros bolsillos...
Queda claro, que en América Latina y en el mundo, el capitalismo es voraz. Y en nuestra Argentina el politiquerío de los K, PeJotistas, la UCR, Macri, Carrió-todos de derecha- tampoco van más. ¿Seguirá siendo absurdo pensar en un proyecto anticapitalista?
Prefiero morir entonces en el absurdo.
Nuestras vidas valen más que las ganancias amigos.
Por qué no pensar en prohibir los despidos, en nacionalizar nuestros recursos y mandar al carajo a la deuda externa que es inverosímil. La marcha de este 24 de marzo tiene que ser la misma que la que hicieron los treinta mil desaparecidos tiempo atrás. Es necesario traerlos hasta acá otra vez. Pensemos y repensemos que es de ese modo que volverán.
Treinta mil docentes.
Treinta mil ideas sobre un mundo mejor...
Treinta mil detenidos-desaparecidos, presentes.
Ahora y siempre.
Veintitrés de marzo

La movilización es de todos los días, en este caso, con Marian, mi hermana, decidimos ir un día antes del 24/3 a los tribunales, al acto que proponía despertar a la justicia. Tiempo atrás la agrupación H.I.J.O.S. realizó un escrache en el lugar y esta vez, varios artistas decidieron darle un respaldo con una deliciosa movida cultural. Documentales, percusión, el micrófono en manos de seres de pueblos originarios, La Chilinga, Árbol, Nonpalidece y León Gieco, descollaron en el escenario.
En la previa, sentados en el césped, mirábamos consternados nuestro alrededor. Jóvenes y adultos mezclados. Familias, proclamas, chicas besándose entre sí, haciendo palpable la libertad; alguna guitarra criolla afinando por ahí, sonrisas destiladas. Era emocionante para nosotros sentirnos parte de la magia que genera un pueblo cuando se reúne a pedir libertad.
Marian me decía que era lógico que funcione el preconcepto en el tipo trajeado que iba caminando por Lavalle y que pensara: “estos son todos vagos, fumando porro, por qué no van a laburar…”.
La mayoría venía de trabajar. La mayoría no fumaba porro y en tal caso estaba haciendo un ejercicio de libertad. No se detuvo, claro, el hombre trajeado, en la marcha. Sacó un Súbaru modelo próximo y se fue. Tal vez tendría algo más importante qué hacer.
En definitiva, estas son todas conjeturas sin rigor científico. Con Marian sonreímos pensando hasta dónde avanzaba nuestra estupidez. Reímos, tentados. En definitiva, tampoco nos preocupó demasiado.
Nos alarmó lo que observamos cuando emprendimos la retirada. Muchísimos jóvenes que “estaban pasados”, lo que ya es una costumbre para los chicos que no tienen contención, proyectos ni educación. De hecho, tampoco sabíamos adónde iban a dormir. La plaza, esta vez estaba ocupada.
Algunas personas mayores que miraban con entusiasmo a los jóvenes empezaron a verlos con esceptiscismo. Los sesenta y el dos mil, ya son dos eras distintas...

Los que no están

Mientras llegaba a la plaza pude observar lo que ocurre en las grandes marchas de siempre. Las agrupaciones que quieren copar la parada- generalmente son las peronistas- y los organizadores tratando de evitar lo que ya es un papelón. “Compañeros respetemos a las distintas agrupaciones que quieren tener la palabra y movilizarse. Circulen por favor, no se queden delante del palco oficial, basta de provocaciones”...
Si, había mucho de choripan y vino y de cumplir con la tarea de actor social militante. No obstante, la mayor cantidad de los que expresaban el grito de “Nunca Más" eran jóvenes, estudiantes, autoconvocados, familias, niños y, naturalmente, las agrupaciones políticas.
La plaza estaba llena de gente que reclama, que pide justicia y que no se resigna. Los seres humanos volcados en la lucha. Sujetos a la solidaridad pidiendo por vos, por mí, por Bolivia y Palestina, por las injusticias que genera un sistema capitalista genocida.
Lo que se reclama hoy, a 33 años del golpe más duro de nuestra historia, es justicia, por aniquilar la desocupación, terminar con la pobreza. La marcha exige subir los salarios, bajar la inflación, terminar con las suspensiones y despidos. En fin, por derechos humanos y libertad. ¿O acaso no tener sueldos dignos, jubilaciones decentes, vivienda, salud, cultura y educación no son derechos humanos?
No vi en las movilizaciones a la gente del campo. No me encontré a Tinelli, ni a Susana. Tampoco estaba la presidenta, ni Blumberg. No me encontré con los que organizaron la marcha hace unos días pidiendo más seguridad.
Lo importante es que me encontré con el espíritu de los aparecidos, de la lucha docente federal, me choqué a la gente de CORREPI-Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional- que pide a gritos que se termine con los policías que gatillan con facilidad. Estaban los niños con esperanzas, los que estudian y luchan.
Me tropecé con militantes hermosos que quieren un país mejor y no un bolsillo más lleno, me hallé con la gente solidaria que intenta ser más culta. Me mezclé con gente que entiende un poco más de qué se trata la vida por afuera del consumo, el dinero y la enfermedad del odio.
Eran todos parecidos o se parecían cada vez más. No pedían seguridad sino educación. No había odio, sino amor. Los que están y los que no están.
Me quedo con la admiración y el orgullo de los que SIEMPRE ESTÁN.

No hay comentarios: