martes, 26 de mayo de 2009

Nota original



Pedro Prospitti y Daniel Carou: El Fútbol de ayer y hoy

De niño, antes de firmar la planilla para entrar al campo de juego, me detenía frente a un pequeño cuadro que mostraba a un hombre en cuclillas con el cuerpo inclinado sobre una vieja pelota. Detrás de esa figura se distinguían las tribunas del Club Unión Alem Progresista -C.U.A.P.-.
No supe quién era el hombre de la foto hasta que Eduardo Paredes, canchero y utilero, una especie de padre de todos los chicos del club, me señaló que el tipo en cuestión era Pedro Prospitti, uno de los mejores jugadores de fútbol que haya vestido la camiseta de Unión.
Tiempo después, al leer el maravilloso libro “Los Chicos del Barrio” de la escritora y docente Elisa Pérez, que repasa bellas historias de Allen, encontré que a Prospitti, nacido un 24 de julio de 1941, le enseño a jugar Aldo Cornide, un talentoso mediocampista que destiló magia en el campeonato que Unión ganó, en 1934. Cornide, compartió delantera junto a José Prospitti –padre-, uno de los ¡cinco! delanteros que conformaron aquel plantel campeón, responsables de que al C.U.A.P. lo apodaran como “los Magos”.
Y la sangre hizo el resto: Pedro Prospitti, con veinte años, debutó el primero de octubre de 1961, en Estudiantes de La Plata, en la fecha veinte del campeonato que Racing ganaría cómodamente. En ese mismo año, en representación del socialismo, Alfredo Palacios, era elegido como senador por la Capital Federal en las elecciones legislativas y el presidente Arturo Frondizi había recibido al Comandante Ernesto Guevara, mientras el censo daba que Argentina tenía veinte millones quinientos mil habitantes.
Conocido como “Cocoliche” por su adhesión a los juegos de azar, en 1962 jugó en San Lorenzo dónde participó en cuatro partidos y volvió al “pincha” platense al año siguiente. En 1964 fue transferido a Independiente y en agosto de ese mismo año, salió Campeón de América y disputó, además, las tres finales por la Copa Intercontinental, que el “Rojo” finalmente perdió, contra el Internazionale de Milán, en partido desempate.
En esa misma temporada, la Selección Argentina conquistó la Copa de las Naciones. Enfrentó entre otros a Inglaterra y al Brasil de Pelé, organizador del torneo. El gran Amadeo Carrizo, que le contuvo un penal decisivo al genial Gerson, en su biografía que escribió Alfredo Luis Di Salvo, declaró que la figura, pese a que no había convertido, había sido Prospitti por haber participado en los tres goles y construir paredes maravillosas junto a Ermindo Ángel Onega.
En 1966 llegó a River después de una temporada en Nacional de Montevideo –Uruguay-. En 1967 jugó para Quilmes y algunos conflictos dirigenciales lo llevaron al fútbol extranjero. Tuvo que exportar sus goles a Brasil, Ecuador y Colombia. En Bogotá fue goleador con Millonarios en el campeonato colombiano de 1971.
Prospitti, emuló el cuento que tiempo después escribiría Alejandro Dolina, “Relatores”, que narra la historia de un jugador que fue desdeñado de las canchas por relatar los partidos. Heber Pinto, periodista colombiano, describe que en un clásico de principios de los ’60, el delantero argentino se anticipó en su propio relato a la jugada que iba a hacer frente a un defensor rival, Núber Cano: "Prospitti le va a meter un caño a Cano se lo mete, ¡se lo metió! ¡Qué baile le está dando, señores! Esta tarde, Cano no lo puede parar a Prospitti".
Así era Pedro Prospitti, un eximio goleador de excelentes cualidades técnicas. Típico delantero argentino: Díscolo, guapo, travieso. En toda su carrera marcó 138 goles en 231 partidos, superando en promedio, más de medio gol por partido -0,60%-. Terminó su carrera en el Emelec ecuatoriano y decidió pasar los últimos días de su vida, en su tierra natal, agobiado por el alcohol, las traiciones del juego y el dolor del olvido. Se despidió joven el 26 de noviembre 1996.

Cumplir un sueño


Tuvieron que pasar casi cuatro décadas para que Alberto Daniel Carou, le devuelva a la ciudad la representación en la primera división del fútbol mundial.
El “Dani” nació un 27 de junio de 1984 y dio sus primeros pasos en la escuela de Fútbol de Unión. Más tarde, tuvo un paso efímero en Círculo Italiano de Villa Regina y regresó al “Mago”. En esa etapa viajó a Rosario, realizó una prueba en Newell’s Old Boys, pero no le dieron ninguna oportunidad.
En 2001 salió campeón con la Selección de Río Negro, en los Juegos de la Araucanía. Ese mismo año probó suerte en Huracán y Lanús que pretendieron sus cualidades. Sin embargo, los empecinados dirigentes de la época no quisieron otorgarle el pase y tuvo que regresar al “Mago”.
Después de dos temporadas en la primera división del C.U.A.P., pasó a Cipolletti y obtuvo el campeonato con la tercera división. No obstante, no obtuvo lugar en la primera que comandaba Domingo Perilli. Cerca de largarlo todo, un llamado de Deportivo Roca, que disputaba el Argentino B, le devolvió la confianza. Con el “Naranja” disputó un gran torneo con media docena de goles.
Terminado el préstamo, “Mingo” Perilli lo convocó y decidió darle la camiseta número 10, esa misma que hacía poco tiempo habían dejado Matías Urbano, Gustavo Canales y el exquisito Lorenzo Frutos. “Dani” devolvió el gesto con el ascenso de categoría y muchos goles: fueron 18 en total que incluyen 4 tantos al clásico rival del “Albinegro”, Deportivo Roca. En su corta carrera ya marcó 26 goles en 86 partidos.
Luego, Cipolletti consiguió el ascenso y en la primera temporada del Argentino A, de la mano del enganche como eje organizador, se clasificó al cuadrangular final, pero una lesión lo marginó de la etapa decisiva para subir a la categoría Nacional B.
Cipo no logró el ascenso, pero Carou tuvo su premio: un doble salto de categoría. Arsenal de Sarandí compró el 80% de su pase.
Pese a que no jugó ningún partido oficial, convirtió el único gol del triunfo en un amistoso frente a Talleres de Córdoba, y se destacó en los partidos que le tocó jugar en reserva frente a Godoy Cruz, Rosario Central, River Plate y Estudiantes de La Plata -en el que convirtió un golazo de treinta metros en el Estadio Único-.
Una rodilla caprichosa que conspiró contra su plenitud física, un plantel que venía de ganar la Copa Sudamericana y un técnico debutante, Daniel Garnero, se transformaron en factores que lo relegaron en la formación titular.
No obstante, Fernando Díaz, entrenador de Ñublense de Chile pidió por el enganche y “Dani” mudó su fútbol a la ciudad de Chillán, a préstamo por un año, donde ya conquistó un gol frente a Santiago Morning. Sin embargo, el pase es de Arsenal en donde el ex diez de Cipo prevé volver para obtener su revancha en el fútbol argentino.
Mientras tanto, en Allen, la tierra que vio patear “El penal más largo del mundo” según nos contó Osvaldo Soriano y que hace diez años en un caluroso marzo se organizó y destituyó a un intendente en una revuelta popular, los amantes del fútbol, encuentran otro motivo para jactarse.
Es que un pibe de barrio, después de casi cuatro décadas de espera, logró llegar. Y fue así que cumplió con un viejo sueño: el de todos.

para ver la publicación:
http://www.rionegro.com.ar/diario/aniver-allen/2009/05/25/19043.php

1 comentario:

Germán Uriarte dijo...

Astroboy!
la nota que te llevó a primera...
Felicitaciones papá
Viva Pititi! ajajajaja!
Muy bueno...
Será la primera de muchas mas.
Ana Mariaaaaaaa! Brbrbrbrbr....
Abrazo a la distancia!