sábado, 18 de abril de 2009

SI, DISCRIMINARAS.


Los chinos construyeron la Gran Muralla para proteger sus dominios de los bárbaros invasores. Durante la guerra fría se levantó una barrera que cortó al medio a Berlín. En la Franja de Gaza crearon algo similar y, en Brasil, las favelas, están cercadas, recientemente, por paredes de cemento. En cada caso, la división, logro su cometido: disgregó. Separó a los pueblos. A las clases. A las sociedades.
En Argentina, el intendente radical del coqueto San Isidro, Gustavo Posse, no quiso ser menos: “Los delincuentes, hoy día y en todo el área metropolitana, tienen GPS, tienen elementos de comunicación compleja, entonces, si dejamos que nuestras villas, y el resto de los municipios, vuelvan a estar operativas, esta situación se va a tornar insostenible", expresó el funcionario comunal.
¿Qué quiere decir que las villas estén operativas, estimado Posse?
Los chicos de San Fernando, que salían de la escuela, miraban como los municipales cumplían órdenes-con todo el significado que tiene este concepto-y levantaban un muro. Una pared. Un límite. Una expresión en cemento para coartar la libertad.
Los habitantes de San Fernando derribaron los postes con la fuerza de la indignación. Posse, sostiene su idea. Claramente, no quiere que todos seamos iguales. Ser iguales es sinónimo de justicia, y eso es lo que no quiere el alcalde del santo Isidro.
Mientras tanto en Afganistán más de 300 mujeres fueron agredidas por una turba de hombres enfurecidos. La agresión, edificada a base de piedrazos, surgió a raíz de que las mujeres de la minoría shiita reclaman libertad. Las mujeres protestaron en Kabul porque, entre otras restricciones, no pueden negarse a tener relaciones sexuales con su marido. Esta situación es avalada por unanimidad parlamentaria, es decir, el propio parlamento garantiza la violación y el uso de la mujer como objeto. ¡En 2009!
Muchas de las mujeres, vestidas como si fuesen monjas, salieron a la calle. Se organizaron, pese a que en su gran cantidad son analfabetas y debieron esconderse porque los hombres les arrojaron piedras al grito unificado de: “¡Son unas Putas!.
En el reclamo de cese a la discriminación, fueron apedreadas. Insólito.
El propio presidente agfano, Hamid Karzaid que, para variar, es aliado de los EE.UU., firmó la ley que determina la ilegalidad del rechazo a las relaciones sexuales de una mujer para con su marido. Como si no bastara, las mujeres afganas, tienen que pedir permiso para salir de su hogar. Tampoco pueden negarse a maquilllarse o vestirse bien si éste es el deseo de sus maridos.
Para cerrar la semana, en su nuevo programa, Jorge Lanata, invitó al sindicalista Luis D’Elía y al artista Fernando Peña. Ambos invitados se habían peleado, tiempo atrás, en el programa radial de Peña "El Parquímetro". En aquella entrevista radial, D’Elía, que había agredido en Plaza de Mayo a un manifestante que lo insultó por “mercenario”, recibió un particular saludo en el comienzo de la charla: “Hola negro”. El sindicalista devolvió “¿qué haces sorete? Oligarca. Te odio, odio a la puta oligarquía”.
Ayer, hicieron el mismo escándalo, pero por televisión y en el horario central. El escenario fue el canal 26 dominado por Alberto Pierri, quien fue durante diez años, titular de la Cámara de Diputados durante los dos gobiernos de Carlos Menem. El ahora empresario, le dio un espacio a DDT-Detrás De Todo- el nuevo noticiero de Jorge Lanata que acaba de renunciar a Crítica, pelearse con Ricardo Kirschbaum, director de Clarín, y tildar de “estatal” a Página 12.
Allí, Lanata, quiere volver a ser aquel periodista que logró reconocimiento popular en Día D. Sin embargo, en la contienda televisiva, se asemejó más a Jorge Rial, el cínico conductor de espectáculos o, incluso, a la propia versión de sí mismo, que fluctúo hace poco tiempo en el teatro de Revistas. En su programa, D’Elia y Peña, manejaron un pésimo debate devenido en discusiones absurdas, en donde se reafirmaron los rotulos discriminatorios: "Negro"y "Oligarca".
La semana cerró con dos temas: Un chico de 14 años, que intentó robar un auto, jaló seis veces el gatillo y mató al dueño del vehiculo. Fue en Lanús, hasta allí se acercó un Fiscal que ahora está internado porque los vecinos lo fajaron. Los medios, entonces, volvieron a pedir la baja de imputabilidad para los niños.
En Mar del Plata, 200 policías reprimieron con blas de goma y gases lacrimógenos, a los ocupantes del barrio “El Martillo”. Después de extirparlos de sus hogares, los llevaron detenidos y muchos de ellos permancen procesados. Lo dicho: los pobres no tienen derecho a la vivienda.
Entonces, me limito a preguntar qué queda del artículo de la Constitución Nacional que establece claramente: Todos los ciudadanos son iguales ante la ley.
¿O será, como dijo un humorista, que algunos son más iguales que otros?

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