martes, 14 de julio de 2009

Osvaldo Ardizzone

Cuando hayas perdido la sinceridad
Cuando te vuelvas convencional
Y claudiques hasta tus más queridas convicciones
Cuando te elabores los argumentos
Para justificar tus miserias
Y además las justifiques…
Cuando sacrifiques la amistad por el poder
Cuando festejes el humor de los mediocres
Como la pobre copera lo hace con sus clientes
Cuando te acostumbres a juzgar a los demás
Por la calidad de la ropa que visten…
Cuando mires concuspicencia la mujer del amigo que te tiende la mesa,
el techo y hasta el lecho
Cuando juzgues despreciativamente a un borracho
Cuando te erijas en juez inflexible de una prostituta
Cuando te sientas respetuoso de la Ley nada más que por que pagas tus impuestos al día… Cuando te inclines por lo que te conviene y no por lo que realmente sientas
Cuando después de tres días consecutivos adviertas que ni una sola vez levantaste los ojos al cielo
Cuando digas con la voz impostada del aforista que deben existir los pobres y los ricos los trepadores y los fracasados los dirigentes y los dirigidos
Y agregues por la misma impostada presuntuosidad
Que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen
Cuando te refieras a la gente y no te sientas incluido en ella
Cuando pronuncies por primera vez la palabra negro con asco
Cuando te sientas ufano y orgulloso de ser blanco
Cuando llegues a gerente y además te sientas gerente
Cuando a fuerza de proclamar tu desprejuicio desemboques sin escrúpulos en el crimen
Cuando uses tus tarjetas en los velorios para que nadie dude tu puntualidad…
Cuando entones canciones de protesta porque está de gran moda cantarlas
Cuando tus más queridos sueños literarios cuando la fresca espontaneidad de tu primer soneto desemboca en la prosa gris y árida de un memorando ejecutivo
Cuando asistas sin inmutarte a un desalojo
Cuando proclames ante tus hijos tu brillante carrera de triunfador
Cuando dejes de concurrir a los parques
Cuando dejes de mirarle los ojos a las muchachas
Cuando ya no te quede la posibilidad de un asombro ni un resto de candor ni una lágrima para una pena
Ni el estremecimiento de un hermano
Ni el valor para juzgarte en un gesto
Cuando pierdas la facultad de arrepentirte
Cuando seas incapaz de perdonar
Cuando te sientas vacío para querer
Cuando maquines por primera vez…
Entonces ¿de que te servirá el poder? ¿de que el dinero?
¿de qué los amoríos fáciles?
¿de que las frases huecas, de que tu vida?
Por que entonces con solo mirarte al espejo
Comprobarías que te has transformado en lo que se dice, comúnmente ¡una mierda!

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