sábado, 4 de julio de 2009

Los que no quieren dudar


Alguna vez Aldo Rico, allá por el ’88, en Monte Caseros, tras ser arrestado por llevar a cabo el 2° alzamiento de los carapintadas declaró que no se arrepentía de ninguno de sus actos. Se valió así mismo: “Yo no dudo. Los soldados no dudan. La duda es una jactancia de los intelectuales”.
Probablemente, quedará tamaña duda: la de saber si Rico alguna vez habrá leído a Ortega y Gasset; o será que, lamentablemente, las frases de izquierda usadas por la derecha, se establecen con mayor fuerza en el imaginario de la sociedad argentina.
Pues bien, hace 31 años, el 21 de junio de 1978 Argentina necesitaba hacerle 4 goles a Perú para clasificarse en el Mundial organizado por la Junta Militar, en 1978. Aquel Perú que venía de vencer 3-1 a Escocia, le había metido 4 a Irak y empató sin goles con el subcampeón mundial Holanda en la primera ronda, pese a encontrarse eliminado al momento de jugar contra la Argentina, dejó de lado la chance de dar el batacazo contra el dueño de casa.
Desde ese día, el manto de duda sobre la veracidad del resultado es cuestionado. César Menotti, entrenador de aquel seleccionado, sostiene hoy que “a Perú le ganaron sin dejar dudas”. Su posición, en algún punto, es comparable a la de Rico: desde la retórica del discurso.
Es lo único que tienen en común Rico y el Flaco. Este último, ha sido víctima de una de las paradojas más llamativas: justo él, un técnico que defendió la coherencia, la libertad del futbolista y la idea de juego basada en proteger “la nuestra”; también fue, el tipo que dirigió la Selección Argentina tutelada por la dictadura más sangrienta de la historia argentina. En palabras de Jean Paul Sartre: “Cada uno, también es, lo que hace”, ¿No?
Encima, tiempo después, la información se filtró y saltó a la luz que el dictador peruano Francisco Morales Bermúdez, recibió un préstamo por parte de Argentina de 50 millones de dólares sin interés, todo esto como marco del Convenio Sobre Ayuda Alimentaria. También se cree, que en el “rosqueo” se pagaron grandes sobornos a funcionarios peruanos desde cuentas manejadas por la Armada argentina.
Como ha sido todo lo competente con el Mundial, el EAM –Ente Autárquico del Mundial- fue quién cerró el trato -lo habría realizado Carlos Lacoste y Omar Actis- con tres antiguos oficiales peruanos que acompañaban a su seleccionado en su estadía en la Argentina.
Se cree que se transfirieron grandes sumas de dinero a varios dirigentes peruanos desde la cuenta corriente de la marina argentina. Además en juego había un pozo a repartir entre los futbolistas peruanos de 250.000 dólares si perdían por más de cuatro goles.
Para recordárselo Jorge Videla visitó el vestuario: ¿O habrá ido para alentarlos? ¿O será que cayó en el vestuario peruano para hacer lo que mejor quería hacer: imponer el terror? Quedan dudas…
Los jugadores de aquella “epopeya” sienten que “es injusto que se confunda el mundial con lo que pasaba”. Hablan de aquel tiro en el palo de Juan José Muñante cuando arrancó el partido como justificando las actuaciones en un escenario donde la obra parecía estar escrita detrás del telón. Quieren que el reconocimiento sea justo.
Como ellos, los 30 mil detenidos desaparecidos, los hijos y nietos huérfanos, criados en cautiverio y tantos más también, aún hoy, también exigen justicia.
En el medio, pasaron 31 años y las dudas permanecen sobre aquel día oscuro. Por más que algunos, todavía, prefieren no dudar.

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