SENTIR DE VERDAD

Soy de los que no lloran en público
de los que no pueden permitírselo
de esos que cargan consigo mismo
antes de cualquier otra cosa.
Del tipo que lucha por no caer
mientras transita abismos.
Soy de los que saben
que algunas cosas
no son brillantes
pero que deben degustarse igual.
Prefiero la prepotencia de escribir mal
a no escribir nada.
Será que por eso
disfruto de la soledad
porque no puedo aprender a disfrutar.
Soy duro como esos
adornos de porcelana
que estallan ante la primera caricia
y sueltan el amor por el aire.
Ya no le temo al engaño
lo que realmente me da miedo
es la felicidad
-depresión que le dicen-
Ya no encajo...
Siento que no se puede vivir
cómo se quiere vivir.
Cómo morir, entonces,
sin convertir
-aunque sea una vez-
la injusticia en algo justo.
No podemos irnos de la vida
sin intentar cumplir un sueño.
¿Alguién tiene derecho a decir aún su verdad?
¿Se habrá creado palabra más traicionera que la verdad?
Verdad es sentir.
Es ese segundo mágico
dónde crees que la realidad
es una escena surrealista.
Sólo se siente si hay sensibilidad.
No hay, amigos,
virtud más imprescindible
que la sensibilidad.
Es algo por lo que no me avergüenzo
y en todo lo tímido que estas hojas no me permiten ser
puedo sentir mi verdad desde la sensibilidad.
Y en el roce de la piel.
En dos palabras.
En un abrazo.
En mis hermanos.
Con un mate.
En la calle.
Adonde apuntan mis pupilas.
En esa distancia que hay entre vos y yo.
Sensibilidad para absorver,
para conmoverse,
para despertar los sentidos,
para indignarme
o morirme de amor;
para sorprenderte
o callarme por timidez.
Sensibles:
Si sólo nos tocara
un poco lo que nos ocurre
lo que nos decímos
cada cosa que escribímos
o intentamos decir.
Si fuésemos sensibles
con lo que vemos
con lo que soñamos...
¡Respetemos nuestros sueños!
Ellos son más sensibles...
Si al menos tuviéramos la
sensibilidad de vernos tal cual somos
...podríamos de ese modo
sentir una cosa:
sentir de verdad.