jueves, 11 de junio de 2009

Pensar

A veces pienso
que no voy a poder escapar,
las angustias son más fuertes
que las tristezas efímeras.
Tal vez, un día de esos,
el alma explota y se vuelve invencible.
Pero después de todo
ahí está la angustia...
mirándote de reojo,
esperando, parca,
con el ácido preparado.
Ya no sirve el absurdo
de esconderse bajo las sábanas
y acurrucarse.
No sirve de nada el miedo
cuando lo que raspa
es el ardor.
Dolor espeso
tan pesado como los párpados
después de llorar.
A veces pienso,
que no hay sentido,
que no puedo extrañarte
un segundo más.
Detrás de la piel:
el corazón detenido
el estómago estrujado,
las energías sin electricidad...
la electricidad pateándonte la cara.
A veces pienso, que no da para más...
Que es injusto.
Que la impotencia nos inunda
ahogándonos la coherencia.
La culpa vuelve como un boomerang,
ya no sirve echarla.
A veces quiero
ser niño una vez más:
Abrazar a mamá,
jugar a la pelota
con papá.
A veces pienso
y me doy cuenta
que lo único
que queda por hacer
es no pensar.
Y llorar, llorar...
hartarnos del llanto.
Tal vez, sólo así
podamos volverlo a intentar.

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