lunes, 8 de junio de 2009

AQUELLA SOLITARIA VACA CUBANA


En acto de peculiar significado histórico, la OEA –Organización de los Estados Americanos- acaba de dar sepultura formal a la vergonzosa resolución que en 1962 excluyó a Cuba del Sistema Interamericano.
Pero la OEA fue hasta aquí- y es probable que no cambie de rumbo-consecuente con su papel de instrumento de la hegemonía estadounidense en el hemisferio, y mostró la capacidad de Washington de imponer su voluntad sobre América Latina en el momento histórico en que triunfó la Revolución cubana, cuando la excluyó sin tapujos.
Ahora, pese a que la decisión de dejar sin efecto la resolución VI de la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, constituye un desacato incuestionable a la política seguida por los Estados Unidos contra Cuba desde 1959, repara una injusticia histórica y constituye una reivindicación al pueblo de Cuba y a los pueblos de América, Cuba ratifica, una vez más, que no regresará a la OEA.
Desde el triunfo de la Revolución, la OEA ha desempeñado un activo papel a favor de la política de hostilidad de Washington contra Cuba. Oficializó el bloqueo económico, dispuso el embargo de armas y productos estratégicos, y estipuló la obligatoriedad de que los países miembros rompieran relaciones diplomáticas con el Estado revolucionario.
Durante años pretendió mantener a Cuba bajo su competencia y someterla a su jurisdicción y a la de sus órganos especializados. Se trata de una Organización con un papel y una trayectoria que Cuba repudia por más que ahora deba dar cause a la solicitud mayoritaria de los pueblos que la integran.
El pueblo cubano demostró que supo resistir a las agresiones y el bloqueo, superar el aislamiento diplomático, político y económico, y enfrentar por sí solo, sin doblegarse, la agresividad persistente del imperio más poderoso que haya conocido el planeta, los EEUU.
En efecto, Cuba, comparte valores que son contrarios a los del capitalismo neoliberal y egoísta que promueve la OEA y se siente con el derecho y la autoridad para decir NO a la idea de incorporarse a un organismo en el que todavía los Estados Unidos ejercen un control opresivo.
La respuesta del pueblo de Cuba a la ignominiosa Octava Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA, fue la Segunda Declaración de La Habana, aprobada en Asamblea Popular el 4 de febrero de 1962 por más de un millón de cubanos en la Plaza de la Revolución.
La declaración afirmaba textualmente:
"... Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.
"... Porque esta gran humanidad ha dicho: “¡Basta!” y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente".
Y fue el Che el que tomó la palabra en la última Conferencia de la OEA que participó Cuba el 8 de agosto de 1961:
“La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba expresa la convicción cubana de que la democracia no puede consistir solo en el ejercicio del voto electoral que casi siempre es ficticio y está manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho a los ciudadanos a decidir como lo hace esta asamblea del pueblo, sus propios destinos. La democracia, además, sólo existirá en América Latina cuando los pueblos sean realmente libres para escoger, cuando los humildes no estén reducidos por el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los sistemas jurídicos a la más ominosa impotencia.”
También, en dicho discurso, denunció el carácter imperialista de la Alianza para el Progreso y propuso su reforma, en donde los estados americanos debían ser respetados y libres:
“Hagamos la Alianza del Progreso en esos términos; que crezcan de verdad las economías de todos los países miembros de la Organización de los Estados Americanos; que crezcan, para que consuman sus productos y no para convertirse en fuente de recursos para los monopolios norteamericanos; que crezcan para asegurar la paz social, no para crear nuevas reservas para una eventual guerra de conquista; que crezcan para nosotros, no para los de afuera.”
Cuba amigos, sigue siendo leal a estas ideas, que han permitido mantener ser libre, soberana e independiente".
Entonces, no es tan fácil de convencer a un pueblo cuando se pone en juego su dignidad. Y en este atroz campo capitalista, donde pocos camina con la frente alta, esta loca isla seguirá siendo aquella solitaria vaca cubana.

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