miércoles, 21 de enero de 2009

Isla Desconocida -Fragmento-

"Dividido entre la curiosidad irreprimible y el desagrado de ver tantas personas juntas, el rey, con el peor de los modos, preguntó tres preguntas seguidas:
Tú qué quieres, por qué no dijiste lo que querías, te crees que no tengo nada qué hacer, pero el hombre sólo respondió a la primera pregunta:
-Dame un barco, dijo.
El asombro dejó al rey hasta tal punto desconcertado que la mujer de la limpieza se vio obligada a acercarle una silla de enea, la misma en que ella se sentaba cuando necesitaba trabajar con el hilo y la aguja, pues, además de la limpieza, tenía también la responsabilidad de algunas tareas menores de costura en el palacio, como zurcir las medias de los pajes.
Mal sentado, porque la silla de enea era mucho más baja que el trono, el rey buscaba la mejor manera de acomodar las piernas, ora encogiéndolas, ora extendiéndolas para los lados, mientras el hombre que quería un barco esperaba con paciencia la pregunta que seguiría.
-Y tú para que quieres un barco, si puede saberse, fue lo que el rey preguntó cuando finalmente se dio por instalado con sufrible comodidad en la silla de la mujer de la limpieza.
-Para buscar la isla desconocida, repitió el hombre.
- Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa, como si estuviese enfrente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, quien no sería bueno de contrariar de entrada.
-La isla desconocida, repitió el hombre.
-Hombre, ya no hay islas desconocidas.
-Quien te ha dicho, rey.
-Que ya no hay islas desconocidas, están todas en los mapas.
-En los mapas están sólo las conocidas.
-Y que isla es esa que tú buscas.
-Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida.
-A quien has oído hablar de ella, preguntó el rey, ahora más serio.
-A nadie.
-En ese caso, por qué te empeñas en decir que ella existe.
-Simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida.
-Y has venido aquí para pedirme un barco.
-Si, vine aquí a pedirte un barco.
-Y tú quien eres para que yo te lo dé.
- Y tú quien eres para no dármelo.
-Soy el rey de este reino y los barcos del reino me pertenecen todos.
-Más le pertenecerás tu a ellos que ellos a ti.
-Qué quieres decir, preguntó el rey inquieto.
-Qué tu sin ellos nada eres, y que ellos, sin ti, pueden navegar siempre.
-Bajo mis órdenes, con mis pilotos y marineros.
-No te pido ni pilotos ni marineros, sólo te pido un barco
-Y esa isla desconocida, si la encuentras, será para mí
-A ti, rey, sólo te interesan las islas conocidas
-También me interesan las desconocidas
-Tal vez ésta no se deje conocer.
-Entonces no te daré el barco.
-Darás..."

En cuento de "La isla desconocida" de José Saramago -Aclaración: tuve la irreverencia de armar en diálogo una descripción brillante y continua que trastoqué con la finalidad de darle mayor dinamismo a la descripción del hecho. se respeta de todas formas, el texto original.-

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